lunes, 8 de marzo de 2021

Fragmento 1 de El Bosque Oscuro



El psicólogo se limitó a dedicarle una sonrisa magnánima.
— ¿Acaso no me entiende?—añadió Luo—. ¡Le he entregado mi más profundo amor a una ilusión!
— ¡Oh! Entonces, ¿tenía usted la impresión de que los destinatarios de los afectos de los demás sí existen?
— No puedo creerme que lo ponga en duda.
— ¡No es que lo ponga en duda, es que le digo que no es así! En la inmensa mayoría de casos, aquello que uno ama solo existe en su imaginación. El destinatario de su afecto no es el hombre o la mujer que existe en la realidad, sino el de su mente. La persona real no es más que un patrón a partir del cual confeccionar el amor de sus sueños. Inevitablemente, tarde o temprano uno termina dándose cuenta de las diferencias entre uno y otro y debe decidir: si puede acostumbrarse, seguirán juntos; si no, romperán. Es así de sencillo.



Extracto de El Bosque Oscuro
Cixin Liu

viernes, 8 de junio de 2018

El Viento Entre Los Juncos


Oh la vanidad del Sueño, la Esperanza, el Anhelo, el Deseo infinito.
Los Caballos del Desastre avanzan en el fango espeso:
Amada, deja que tus ojos se entornen, y tu corazón lata
Sobre mi corazón, y tu cabello caiga sobre mi pecho,
Ahogando la soledad del amor de un profundo ocaso de reposo
Y ocultando sus crines alborotadas y patas tumultuosas.


Michael Robartes desea a su amada que descanse en paz
W.B. Yeats (1899)

jueves, 18 de enero de 2018

La Estrella Fugaz

Esta noche estuve en el mirador de Pichilemu, mirando el cielo.

Reflexionaba sobre cómo, después de tantos años, la Piedra del Gato volvió emerger de entre la arena y el mar. Las olas pegando con fuerza contra el mirador en ese típico frío de los veranos de acá.

Recuerdo cuando era pequeño y el mar llegaba ligeramente hasta la Piedra. ¡Cuánto jugué entre esas rocas durante las temporadas estivales de mi infancia! Cuando la playa era novedad y los veranos cortísimos...

30 años después y en mi corazón sólo quedaron inviernos.

Mientras me encontraba sumido en los ciclos de la vida veo pasar una estrella fugaz. Era enorme y muy brillante. Jamás en mi vida vi algo parecido y debo reconocer que por un segundo el corazón se me llenó de congoja.

El universo me había llevado hasta ahí con el corazón apretado y el alma en un hilo. Me regaló un destello que llevaré conmigo siempre. Que abracé con todas mis fuerzas y los ojos bien cerrados. 

Cuando abrí los ojos ya no estaba ahí...


sábado, 8 de julio de 2017

Arduino Para Niños Parte II: Sensor de Movimiento

En esta segunda entrega de nuestro proyecto de tiempo libre incorporamos un sensor de movimiento (PIR) a nuestro circuito para que se encienda un led durante medio segundo cada vez que se detecte movimiento. Las risas y los errores quedan siempre en el video final por dos razones: porque así son los niños y porque no tengo suficiente tiempo libre ;-)



martes, 4 de julio de 2017

Arduino para Niños

Hace un par de semanas iniciamos un pequeño proyecto junto a mi hija. La idea era encontrar algo que nos permitiése divertirnos y compartir tiempo juntos, si además de lo anterior se aprende algo, tanto mejor. Entonces se me ocurrió la idea de enseñarle experimentos usando Arduino, algo de electrónica muy (pero muy) básica y un toque de programación.

Así nació este proyecto de ir grabando en video y publicando sus experimentos. El trabajo se presenta en formato simplificado: arduino por niños y para niños. Ella tiene apenas 10 años y se mostró muy entusiasmada. En el "detrás de cámaras" armó un arreglo de 8 leds con alimentación común y otro de 4 leds con alimentación individual, después de aprender el clásico "Hola Mundo" de Arduino usando sólo un led. Para las próximas entregas empezaremos con sensores y condiciones. La idea final (que ella aún desconoce, al más puro estilo del Dr. Manhattan xD) es construir un repele-gatos y también un pequeño vehículo.

Los invito entonces a difundir y compartir ;-) (Enlace video)



lunes, 14 de diciembre de 2015

Antes yo era tu hijo, ahora eres mi madre...

Tiene que haber sido uno de mis primeros veranos en Pichilemu. Tengo ese recuerdo incrustado en mis entrañas. En ese tiempo en que en la esquina no habían videos. Una tarde soleada en la que mi hermano Andrés y yo fuimos a jugar Double Dragon a los videos que estaban en la misma cuadra del ya extinto Bazaar Patty. Ahí estaba la máquina, con gente esperando para jugar la novedad. Nuestra madre nos esperaba, paciente, que fuera nuestro turno. Andrés se puso en cuclillas para meter nuestras fichas por entre las piernas de los dos jugadores actuales y uno de ellos al sentirlo lo empujó con la pierna y mi hermano se cayó. En ese preciso instante y sin titubear mi madre tomó del hombro al tipo y lo reprendió alegando que el niño no andaba sólo sino con su madre.

Aún hoy, después de tanto años, mis ojos se tornan vidriosos al recordarlo.

Hace tiempo atrás escribí sobre mi padre, y hoy, después de mucho tiempo y agua bajo los distintos puentes me dispongo a escribir sobre mi madre.

Puede ser por la fecha, pero cuando pienso en mi infancia y en la relación con mi madre se me vienen a la mente las navidades. Ella siempre se preocupó y tuvo su dedicación para que nosotros tengamos navidades lo más lindas posibles. Solíamos ir a buscar juntos un pino al Cerro La Cruz los días previos, ella solía poner cajitas de fósforos con monedas de $100 en su interior: para un niño cuya máxima felicidad la medía en fichas en esos años una moneda de cien era el cielo mismo. Recuerdo también aquella navidad en que colgó viejitos pascueros de chocolates, que se iban perdiendo uno por uno (o a veces de a más) y los envoltorios luego aparecían misteriosamente bajo la cama de nuestro hermano menor. Pero sin lugar a dudas, una de las últimas navidades más épicas fue aquella en que recibimos nuestra primera consola de videojuegos, la que estaba oculta en el ropero y que cada vez que quedábamos solos con mi hermano mayor la sácabamos y nos poníamos a jugar a escondidas antes de la navidad.

No hay duda, esa consola y la felicidad de niños que nos otorgó era obra de nuestra madre.

Nadie mejor que mis hermanos y yo sabe el miedo que se siente que le tiren un zapato y más encima te hagan llevarlo de vuelta para que te lo vuelvan a lanzar. Nadie mejor que nosotros sabe que nuestra madre sólo cuenta hasta 5 porque según ella no le enseñaron más.

Recuerdo noches de invierno escuchando música con mi madre en el local del tío Polito. Paseos nocturnos por La Costanera sembrando palmeras y largas caminatas repartiendo telegramas. Lo que para mí en ese tiempo parecía sólo una distracción; para ella era mucho más que eso. Porque mi madre sabe de sacrificios como nadie más, sabe de hipotecar juventud y adultez, sabe de callar y sufrir sin que sus hijos la vean, porque tal como en la historia que da inicio a este post, ella jamás dejaría que alguien nos hiciera daño.

Hoy escribo con pena, porque mi madre ayer lloró por horas. Mi madre tiene un dolor inmenso muy dentro en el alma. Y me siento inútil de no poder ayudarla, y se me sobrecoge el corazón al pensar que posiblemente nada en este mundo le dé un poco de consuelo para aliviar esas lágrimas. Esta noche sólo me queda la secreta esperanza de que algún día pueda borrar este último párrafo y junto con las letras se vaya su dolor también...


Real Time Web Analytics