sábado, 2 de agosto de 2014

Joyas de Micro de Michael Crichton (con Richard Preston)

Actualmente estoy leyendo mi tercera novela de Michael Crichton: Micro. Hasta el momento la lectura ha sido muy disfrutable y fluída, pero la razón principal de esta entrada son un par de citas que dan para fácilmente armar una entretenida conversación:

- Danny, contigo todo es discutible.
- En esencia, así es -afirmó Minot, asintiendo solemnemente-. Yo no me conformo con la visión científica del mundo que afirma que existen certezas fijas y verdades inmutables.
- Y nosotros tampoco -objetó Erika-, pero algunas cosas son repetidamente verificables y, por lo tanto, justifican que creamos en ellas.
- ¿Verdad que sería agradable pensar de ese modo? Sin embargo, eso no es más que una fantasía autocomplaciente que los científicos se han permitido a sí mismos -prosiguió Mino-. En realidad, todo gira en torno a las estructuras de poder, y vosotros lo sabéis. El que tiene el poder en la sociedad es quien decide lo que puede ser estudiado, quien determina lo que puede ser observado y lo que se puede pensar. Los científicos no hacen más que alinearse con las instancias de poder dominantes. Y nos les queda otra alternativa, porque esas instancias son las que pagan las facturas. Uno no se la juega con las estructuras de poder, porque si lo hace se acaba el dinero para la investigación, no te reciben y no te publican. En pocas palabras, dejas de ser relevante. Te quedas fuera y lo mismo daría que estuvieras muerto.
    Un profundo silencio se abatió sobre el coche. 

Y poco más adelante viene esta:

- No, no tan deprisa -objetó Rick-. Esto es importante. ¿Qué tiene la naturaleza que resulta tan terrorífico para la mente moderna? ¿Por qué resulta tan intolerable? Pues porque la naturaleza se nos muestra como fundamentalmente indiferente. Es implacable y fría. No le importa si vivimos o morimos, si triunfamos o fracasamos, si sentimos placer o dolor. Y eso, para nosotros, es insoportable. ¿Cómo podemos vivir en un mundo al que no le importamos nada? Así pues, redefinimos la naturaleza. La llamamos "madre naturaleza" cuando no tenemos ningún parentesco con ella. Asignamos dioses a los árboles, al aire y a los mares y les concedemos un lugar preferente en nuestros hogares para que nos protejan. Necesitamos esos dioses humanos para muchas cosas, para que nos den suerte, salud o libertad; pero sobre todo, por encima de todas las cosas, necesitamos a esos dioses para que nos protejan de la soledad. ¿Y por qué es tan insoportable la soledad? ¿Por qué no soportamos estar solos? Pues porque los seres humanos son como niños. Por eso.

En esta novela estoy encontrando joyas de la elocuencia en su máximo esplendor. Y eso que apenas voy en la mitad de ella...

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